Hoy me he despertado atada a la almohada, pienso que quizá fue el vino de la noche anterior. Con algo de pereza he salido a la calle, temprano. Al doblar una esquina el Levante me ha perseguido, se ha paseado por mi espalda, y ya convertida en agua salada, de vuelta a casa, he tragado el aire verde de la hierba. Y me he dormido. Y he vuelto a despertar, esta vez sin rastro de cansancio, con margaritas en los ojos, arena entre mis dedos, el pelo enredado.
Estef Anía
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