viernes, 22 de marzo de 2013

ATARDECER CON WALLACE STEVENS



 



Mirar por la ventana es sólo uno
de los actos posibles en esta tarde muerta.
Mirar con anodina indiferencia
a los niños que juegan en la plaza,
a sus madres sentadas en los bancos
o fumando de pie, junto al marido,
todavía —las siete— con las gafas de sol.

Una sola pobreza es suficiente
para entender las otras. Una sola
canción puede arrancar distintas lágrimas,
dependiendo del grado de tristeza
—o de conformidad con la tristeza—
de quien la escucha. Una sola vida
podría contener todas las vidas.

Un poema difícilmente puede
contener sentimientos imposibles
de encontrar en cualquiera, ni agotarlos:
un poema es un gesto que todos han escrito
cuando uno lo copia en el papel,
un fragmento de vida en que el poeta,
hablando de sí mismo, habla de todos.




ÁNGEL PANIAGUA 
             

jueves, 21 de marzo de 2013

A UN POETA SAJÓN



Tú cuya carne, hoy dispersión y polvo, 
pesó como la nuestra sobre la tierra, 
tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella, 
tú que viniste no en el rígido ayer 
sino en el incesante presente, 
en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo, 
tú que en tu monasterio fuiste llamado 
por la antigua voz de la épica, 
tú que tejiste las palabras, 
yú que cantaste la victoria de Brunanburh 
y no la atribuiste al Señor 
sino a la espada de tu rey, 
tú que con júbilo feroz cantaste, 
la humillación del viking, 
el festín del cuervo y del águila, 
tú que en la oda militar congregaste 
las rituales metáforas de la estirpe, 
tú que en un tiempo sin historia 
viste en el ahora el ayer 
y en el sudor y sangre de Brunanburh 
un cristal de antiguas auroras, 
tú que tanto querías a tu Inglaterra 
y no la nombraste, 
hoy no eres otra cosa que unas palabras 
que los germanistas anotan. 
Hoy no eres otra cosa que mi voz 
cuando revive tus palabras de hierro. 

Pido a mis dioses o a la suma del tiempo 
que mis días merezcan el olvido, 
que mi nombre sea Nadie como el de Ulises, 
pero que algún verso perdure 
en la noche propicia a la memoria 
o en las mañanas de los hombres.


JORGE LUIS BORGES